30.8.10

Pequeñas delicias de pensamiento a propósito de la torpe y supuesta incursión de un tal Pedro en la nigromancia

Texto inédito de María García a continuación. Se trata de un cuento de terror producto inmediato de las andanazas de la prolífica autora mendocina por las sesiones de It’s alive, encuentros sobre cuentos de horror por estos pagos que coordiné por fines de 2008. Va este cuento, mientras esperamos de este lado las reediciones de sus libros “Un sexo, el sexo” y “Fantasticario”


Pequeñas delicias de pensamiento a propósito de la torpe y supuesta incursión de un tal Pedro en la nigromancia
por
María García


Velas, grimorio, luna llena, ayuno. Los signos exteriores de la determinación al objetivo por medios ajenos al diario y común tráfico de causas y consecuencias.
Un gallo tricolor, su muerte, su sangre vertida, el arroyo funesto engolosinando su glotis, paladar, esófago y toda la ristra de órganos digestivos. Tal la secuencia que aprovecharía el cosmos para modificar el sino, variar imperceptiblemente el recorrido de los astros allá arriba, modificar los hechos acá abajo, cambiar de una vez y para siempre el curso de un puñado de naturalezas.
La mañana, la siesta, la tarde, el ocaso y finalmente la noche del día previsto, a Pedro, el ser sustituible por antonomasia, le pasó no diez sino veinte veces por la cabeza abandonar el plan que según él, le daría la victoria a su equipo, el ascenso a la B nacional, la tan ansiada cumbre con la que dos generaciones habían estado soñando despiertos y hasta dormidos.
Pero un plan es una ordenación consciente y determinada, es un intento de manipulación deliberada del azar, capaz de dar frutos y frutos de la mejor pulpa hasta hartarse uno de la semilla que dio lugar al tallo del cual salieron las primeras tiernas hojas que con su fotosíntesis fortalecieron al tronco que se bifurcó en rudas ramas con las que flores ornamentaron sus linderos y precedieron la llegada del fruto de la planta de la semilla de la tierra que dio frutos, frutos y frutos como el mejor de los planes.
Un plan es lo mejor que una persona puede tener pero aquí, amigos, es donde lo peor que puede pasar encuentra la grieta exacta para introducir la cuña infausta.
Es aquí donde las Tres Desgracias juegan a los dados para determinar su entrada en este mundo de canallas, ladrones y asesinos desde los imperceptibles mundos desde el inicio del tiempo, desde el confín del fin mismo y hasta las manos Dolor, Soledad y Muerte hacen del dado un juego pero reparten por igual mientras se entretienen impostando clemencia para unos pocos afortunados en rocíos de polvo vespertino que suele llevarse el viento hacia ningún lugar conocido. Oh Fortuna, estás con los dedos marcados y lubricados de hiel a veces no perdonan lo que tocan y digitan los hilos inversos de la mesa de las Desgracias, que se consideran Tres, pero que algunos creen se trate de Una Sola. ¡Oh diosa Fortuna!
Velas, grimorio, luna llena, ayuno, yerba con flor de la propia cosecha, inexperto corazón agitado, mente confusa, Pedro, el ser sustituible por antonomasia, un deseo epidérmico, una jactancia vana.
Esta secuencia casi siempre le toca en suerte a la Muerte y es un simple trámite para el que no viste sus grandes trazas.
Esa noche sólo se divirtió observándolo hacer su ritual sin mucho convencimiento pero con determinación planificada. El olor a la sangre le gustaba cada vez menos. ¡Había sentido tanta ocre y metaloide sustancia en sus narinas! Debía esperar hasta el amanecer del día posterior para reclamar el precio de su presencia en esta esfera deleznable por lo que se entretuvo en jalonar con pequeños sustos la senda del mortal del menú de esa noche. Cerró puertas con el soplo de su boca la de la eterna sonrisa, generó sombras inexistentes en hermosas escalas de grises, hizo maullar a los gatos dormidos, por un error de cálculo hizo llover sapos en Malasia.
Hasta que al día siguiente...
La casa ya estaba limpia. Las últimas huellas aflojaron ante el detergente y desaparecieron.
Cuando Pedro despertó le costó un poco ubicarse, sostuvo durante un momento la vista en el cielo raso y fue entonces cuando recordó lo de la noche anterior. Ahora más sereno, sonrió entre dientes, no había sangre por ningún lado, miró las paredes que intactas brillaban antes los leves reflejos de sol que entraban por las ventanas de la habitación. También las cortinas, en su sitio, colgaban en calma. Un sueño, un maldito sueño después del bajón de la marihuana. Decidió levantarse y fue directo al baño, al salir del cuarto encendió la radio y la voz de Enya comenzó a sonar. Preparó la ducha y pensando en la final del campeonato entró en la bañadera, imaginó la vuelta olímpica, abrió con más fuerza el agua y el desagüe comenzó a taponarse, molesto se inclinó y con su mano improvisó e hizo presión sobre la rejilla y fue que sin tiempo a reacción la boca del desagüe se agigantó y succionó toda su mano. Como una boca gigante la mano era mordida por el agujero, de forma violenta la sangre se mezclaba con el agua, en tanto que Pedro se ayudó con el otro brazo para hacer fuerza y tratar de zafarse pero, tal acto fue en vano. De un solo tirón el agujero del desagüe lo chupó en segundos. Todo su cuerpo había desaparecido.


María García. Último nacimiento cercano al pedemonte mendocino en el año del tigre, bajo el signo del carnero. Participó en el movimiento continental Letras Negras. Creó Ediciones de Huevo y el certamen Todo Poético. Ex Embajadora Plenipotenciaria de Polonia y Desiertos Móviles para la Casa Leczinski y línea fundadora del Club de la Conversación y Finabril/Finagosto. Prácticamente inédita. En teoría no.
Algunos de sus trabajos
Intrascendencias
Un sexo, el sexo
FantasticarioHacia una praxis del amor y el caos

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